2 + 2 = 4

De nuevo quedamos. Esta vez queríamos hacer realidad nuestra fantasía inicial. Queríamos recomenzar los sueños eróticos y corregir sensaciones difusas. Quedamos para picar algo en la ciudad. El local estaba cerca así que nos daría tiempo a tomar algo de comer antes de enseñar a nuestros amigos lo que era un local de intercambio. Ellos estaban muy nerviosos pues era la primera vez que acudían. Nosotros ya lo conocíamos de una ocasión decepcionante. Habíamos pensado que podía ser más divertido y morboso ir con una pareja amiga. Comimos bastante rapido como para cumplir pronto con el trámite de las tapas. Nos dirigimos al local. Ambos estaban tensos. No sabían que se iban a encontrar aunque ya les habíamos contado un poco como era el local y el tema. Aparcamos los coches y bajamos las escaleras. La puerta impresionaba, con su letrero diminuto. Todo era muy secreto, casi de pelicula de cine negro. Abrió la puerta la misma mujer, entrada ya en edad pero de aspecto estupendo y morboso. Nuestros amigos tenían los ojos abiertos como platos, estaban inquietos, observando todo atentamente. La luz era tenue y el ambiente seguía siendo frío. Había gente sentada en los sillones, silenciosos y espectantes. La mujer nos enseñó todo el local, así como las normas de "convivencia". Nos sentamos en una mesa que aún estaba libre. Nos tomamos las bebidas y comenzamos a cuchichear. Hablamos sobre la otra gente, nos reimos, nos fuimos relajando poco a poco y realmente nos divertimos. Al cabo de un rato decidimos ir a la pista de baile. Momento tenso ya que la otra vez nosotros no nos atrevimos. Había dos parejas morreando y metiéndose mano. Seguramente ya se habían intercambiado las parejas. Ni siquiera se apercibieron de que entramos. Comenzamos a baliar con nuestra pareja, muy suavemente, como la música, y acariciándonos de forma cálida y excitante. Yo le acariciaba el culo descaradamente a Mari, mientras ella metía su mano dentro de mi pantalón buscando algo que acariciar. Nuestros amigos tampoco se quedaban cortos. El le había abierto la blusa dejand liberados sus grandes pechos. Los sobaba con ansiedad mientras ella le sacaba la polla del pantalón agitándola con firmeza. El ambiente estaba muy caldeado. Imitándolos, comen´cé a acariciar los pechos de Mari, dejándolos también en libertad. María comenzó entonces a bailar con Mari, besándola y acariciando también sus pechos. Nosotros seguimos moviéndonos mientras veíamos el espectáculo, a duras penas pues había poca luz, con ellas y dos parejas sobándose y besándose de forma desenfrenada y lasciva. El baile continuó intercambiando las parejas cada cierto tiempo, palpando bien nuestros cuerpos medio desnudos. Decidimos coger una habitación de forma privada. Allí Mari y yo comenzamos a follar, ella encima de mí. Yo notaba las manos de María acarciando mis testículos mientras Mari saltaba sobre mí. El acariciaba los pechos de Mari mientras la besaba. Al rato las manos de María dieron paso a su lengua que se turnaba entre nuestros sexos. Era tan excitante que ambos nos corrimos casi a la vez entre manos y bocas que investigaban nuestros cuerpos. Luego les toco el turno a ellos. La operación se repitió pero a la inversa. Mari le besaba mientras yo me dedicaba al culo de María, luego era Mari quien gozaba del tacto de los huevos de él y el sexo de ella mientras yo besaba a María y le acariciaba eternamente las tetas. También se corrieron formando coro de gemidos con nuestros vecinos de la habitación contigua. Decidimos descansar un rato y ver qué ocurría por el local. Ejercimos de mirones en la habitación abierta en la que tres parejas se habían intercambiado y follaban entre gemidos y convulsos movimientos. Esta vez el ambiente nos parecía más cálido, más morboso, quizás por la experiencia que ya vamos adquiriendo y por haber ido con una pareja amiga. Aún estuvimos un par de horas más allí, con una nueva sesión de sexo entre nosotros, tal como Mari y yo habíamos imaginado que sería la primera vez, con complicidad entre nosotros y con pequeños pasos incompletos con ellos. Nos fuimos todos cansados y contentos por cómo lo habíamos pasado. Seguro que repetiríamos. Pero eso será otro día.

Juan