Una Tarde Inesperada

Esa tarde en un café, donde las humeantes tazas adornaban el ambiente, donde el olor a madera hacía de la estancia un sitio confortable y cálido. Allí nuestras miradas se encontraron y como un imán de ella no pude escaparme, sus ojos marrones mi cuerpo desnudaban, sus labios en una leve sonrisa me hacían desear besarle, nunca antes un desconocido me había provocado una atracción tan grande.
Su presencia, su seguridad, todo en él me atraía, mi café se enfriaba pero nada me importaba, deseaba seguir con ese lenguaje de deseos que entre nosotros se había iniciado. Me miró y en un gesto supe lo que expresaba, nerviosa me levanté de mi mesa y me dirigí al baño, tuve que pasar por su lado, nuestras miradas hervían de ganas, traspase la puerta y sin apenas darme cuenta él ya estaba pegado a mi espalda, me dijo: - no te des la vuelta, no puedes imaginarte como te deseo y de que manera me tienes excitado y todo eso sin conocerte.

Sus manos me agarraban los pechos y su pelvis pegaba a mis nalgas, comprobando como su sexo crecía entre mis piernas. Me empujó hasta el lavabo yo no podía articular palabra estaba impregnada de deseo y sólo suspiraba, mi blusa estaba abierta, sus manos me sobaban, mi falda levantada, yo inclinada aferrada al lavabo con mis manos, su polla me tocaba, jugando con mis piernas, hasta que las abrí totalmente para facilitar su entrada, con un golpe seco le sentí dentro, mis suspiros se convirtieron en jadeos, el entraba y salía con fuerza, con un ritmo acelerado, mis flujos resbalaban por mis piernas, haciéndome sentir todavía más excitada, mientras sus manos en mis pezones los pellizcaban, emitiendo yo grititos que salían involuntariamente de mi garganta, el calor invadía mi cuerpo, mis caderas contoneaba, él me decía que no parase, que mis movimientos lo estaban enloqueciendo y apuré más mi contoneo y apuré más mis jadeos y como una gata en celo, me corrí con mi cuerpo entre sus manos, escalofríos me recorrían y mis jadeos aún de mi boca se escapaban. De mi interior se escapó, me dio la vuelta y con sus manos me dirigió para que delante de él me inclinase, su polla desafiante ante mí, entre mis labios se acabó perdiendo, chupe, saboree con ansías, su sabor me embriagaba y chupaba con más ganas, el con sus manos agarraba y empujaba mi cabeza, mi boca ahora era penetrada y mis manos acariciaban sus piernas, subiendo hacía su ingle y perdiéndose entre caricias en sus huevos, y allí se deleitaban, y en un momento un sabor agridulce me inundo la garganta, mientras su cuerpo se estremecía y sus jadeos retumbaban en la estancia, seguí limpiando su sexo con mi lengua muy despacio, hasta que un ruido nos alertó de que alguien se acercaba. Nos colocamos y salimos uno detrás del otro sin mirarnos, me volví a la mesa allí mi café helado me esperaba, él en la barra pagó y antes de marcharse en mi mesa dejo un papel, y en el ponía "Ha sido un verdadero placer hacerte disfrutar en este día tan especial, espero que tu regalo te haya gustado. Feliz cumpleaños amor, te amo Juan...

Mari