La timidez inicial, los silencios nerviosos y la diferencia de edad se fueron tornando en miradas furtivas, deseos palpitantes y morbo incipi
ente. Nuestra mente empezaba a imaginarse el tacto de sus cuerpos y la calidez de un encuentro íntimo. La copa en un pub de ambiente, tras la cena, sólo incrementó el deseo de acabar en un cuerpo a cuerpo inevitable.
Ya en el local la conversación mas fluida fue dando paso a la frase más esperada. ¿vamos a la pista?. Comenzamos bailando con nuestra pareja, encendiendo el deseo. Poco a poco se aproximaron a nosotros y comenzaron las caricias ajenas de manos aún desconocidas. La pasión fue subiendo la sensualidad de nuestros movimientos y la obsesión por conocer de memoria nuestros cuerpos. Teresa es una chica muy linda y dulce, que esconde la fogosa pasión de un ser entregado al deseo. Acariciaba su cuerpo con anhelo mientras nos masturbábamos mutuamente. Notaba su pasión en cada movimiento y en cada jadeo, mientras ella, sin piedad, logró que alcanzara un orgasmo sin llegar a correrme. Mari y Roberto estaban a nuestro lado explorando sus cuerpos en medio de una guerra desatada de movimientos y anhelos de excitación. Coloqué a Teresa de cara a la pared para poder acariciar a mi antojo su precioso cuerpo. Sus nalgas quedaron a mi merced, mientras restregaba entre ellas mi miembro que volvía a revivir. A la vista de los demás parecía que las dos parejas estuviéramos ya follando. Pero sólo era un encuentro en superficie de nuestros sexos, cada vez más húmedos.
Entre jadeos Teresa pidió seguir en un reservado, lo que todos aplaudimos con entusiasmo. Ya allí, más cómodas las dos parejas, intercambiadas, comenzamos a frotar nuestros cuerpos y nuestros sexos hasta que el deseo de la penetración fue irresistible. El momento d
e iniciar la penetración es sumamente excitante y sensible. Es como alcanzar el cielo en el momento, mientras, entre movimientos acompasados y a veces acelerados continuas explorando un cuerpo que acabas conociendo de memoria.
Las manos de Mari se unían con las mías mientras gozábamos con esos cuerpos amigos, nuestros pies se frotaban como contándose el placer que sentíamos. Entre el placer que sentíamos nuestros corazones escribieron en nuestras manos un "te quiero", mostrando esa complicidad buscada y ese deseo compartido. Teresa se puso a cuatro patas ofreciéndome un trasero absolutamente deseable que comencé a besar ya fuera de mí para acabar follándolo entre mares de jadeos.
La noche prosiguió en el reservado, hasta que volví a tener un orgasmo, pero esta vez corriéndome dentro de Teresa.
las caricias de cierto cariño despidieron el encuentro, que supo a poco en tiempo y generó un deseo irrefrenable de repetir noche de pasión. La semana nos trajo recuerdos de excitación y morbo que encendieron nuestra pasión y el deseo de pensar a la próxima cita con ellos.

Ya en el local la conversación mas fluida fue dando paso a la frase más esperada. ¿vamos a la pista?. Comenzamos bailando con nuestra pareja, encendiendo el deseo. Poco a poco se aproximaron a nosotros y comenzaron las caricias ajenas de manos aún desconocidas. La pasión fue subiendo la sensualidad de nuestros movimientos y la obsesión por conocer de memoria nuestros cuerpos. Teresa es una chica muy linda y dulce, que esconde la fogosa pasión de un ser entregado al deseo. Acariciaba su cuerpo con anhelo mientras nos masturbábamos mutuamente. Notaba su pasión en cada movimiento y en cada jadeo, mientras ella, sin piedad, logró que alcanzara un orgasmo sin llegar a correrme. Mari y Roberto estaban a nuestro lado explorando sus cuerpos en medio de una guerra desatada de movimientos y anhelos de excitación. Coloqué a Teresa de cara a la pared para poder acariciar a mi antojo su precioso cuerpo. Sus nalgas quedaron a mi merced, mientras restregaba entre ellas mi miembro que volvía a revivir. A la vista de los demás parecía que las dos parejas estuviéramos ya follando. Pero sólo era un encuentro en superficie de nuestros sexos, cada vez más húmedos.
Entre jadeos Teresa pidió seguir en un reservado, lo que todos aplaudimos con entusiasmo. Ya allí, más cómodas las dos parejas, intercambiadas, comenzamos a frotar nuestros cuerpos y nuestros sexos hasta que el deseo de la penetración fue irresistible. El momento d

Las manos de Mari se unían con las mías mientras gozábamos con esos cuerpos amigos, nuestros pies se frotaban como contándose el placer que sentíamos. Entre el placer que sentíamos nuestros corazones escribieron en nuestras manos un "te quiero", mostrando esa complicidad buscada y ese deseo compartido. Teresa se puso a cuatro patas ofreciéndome un trasero absolutamente deseable que comencé a besar ya fuera de mí para acabar follándolo entre mares de jadeos.
La noche prosiguió en el reservado, hasta que volví a tener un orgasmo, pero esta vez corriéndome dentro de Teresa.
las caricias de cierto cariño despidieron el encuentro, que supo a poco en tiempo y generó un deseo irrefrenable de repetir noche de pasión. La semana nos trajo recuerdos de excitación y morbo que encendieron nuestra pasión y el deseo de pensar a la próxima cita con ellos.
2 comentarios:
Bufff bufff y requetebuffff, menudo encuentro lleno de complicidad y morbo, me ha encantado Juan como lo has relatado, has hecho que yo también anhele un encuentro de este tipo...
Que rico!!!..
Un beso ardiente pareja
Madre mía, totalmenre de acuerdo con Calidasirena, haces que el mas frio invierno se convierta en rios de excitacion y lujuria..
Besos dulces..
Publicar un comentario